Otra más discretilla comentó con tacto lo difícil de entrar y salir de las bañeras altas después de alcanzar la sexta década. “¡Claro mujer, donde esté un platito de ducha o una bañera anatómica con sus asas que se quite este Muro de Berlín! Sin hablar de aquel carrito tan indiscreto con todo a la vista. Pues buenas son las del club.” Algunas voces coreaban solidarias las enmiendas, aprovechando la ocasión para añadir otras rectificaciones suplementarias y supuestamente indispensables.