Sin casi variar la disposición de los diferentes sanitarios, este viejo baño de los años 50 ha pasado a ser el claro reflejo de las tendencias más actuales: luminosidad, amplitud, funcionalidad, calidez. Al no poder ampliar físicamente, Pepa Salamero optó por un agrandamiento visual, mediante el uso de los espejos que, casi involuntariamente, se han convertido, en un divertido juego de efectos especiales.