Como en otros objetos artísticos, los motivos que decoraban las cajas hasta los primeros años del siglo XX eran imágenes de la vida cotidiana, especialmente niños, pájaros, flores e, incluso, brigadas de bomberos. A menudo aparecían personas famosas, como miembros de la familia real, sobre todo coincidiendo con conmemoraciones de coronaciones y jubileos. Sin embargo algo después las latas comenzaron a transformar su fisonomía y a tomar forma de otros objetos como maletas, libros, floreros e incluso muebles. En la subasta se encuentran modelos que dan buena prueba de ello. Algunas latas estaban pensadas para que, una vez libres de su contenido, sirvieran como juguetes, por ello tienen forma de carros de reparto o coches de bomberos. Naturalmente este tipo de cajas raramente han llegado hasta nosotros, pues las delicadas manitas infantiles terminaron con ellas. En Christie’s se podrán adquirir algunas de ellas como, por ejemplo, dos modelos de carros de reparto, uno de los cuales está estimado en mucho valor. En ocasiones tenían, incluso, piezas móviles; éste era el caso de los conocidos como el «reloj del abuelo» o el «molino de viento».